Él estaba cansado y agobiado por la vida, sentado en su sillón de piel color caramelo, que recordaba aquellos zapatos italianos que tanto le gustaban a Sofía.
Sostenía un vaso old fashioned con whisky en su mano izquierda y un puro en su mano derecha, tratando se sacarse el amargo sabor de boca que sentía en ese momento, pero no era posible, no era físico, era algo más profundo.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que no notaba la presencia de Sofía que estaba a sus pies, tendida de lado, sentada sobre sus nalgas y sus muslos, viéndolo fijamente sin saber qué hacer. Por ese momento le faltaba la instrucción, la mano que la guiaba, la orden que requería ser atendida a lo inmediato... Así que en un arranque de valentía decidió actuar y se atrevió a acercarse y buscar el rostro de su Amo.
- Amo... ¿Estás bien? Amo, háblame por favor...
Tomó su rostro entre sus pequeñas y frágiles manos y sintió la textura de su barba de 2 días que le raspaba las manos cual lija. Y ahí fue cuando las vio... Observó un par de lágrimas caer de sus ojos miel, esos ojos que siempre habían expresado determinación, orden, deseo... Ahora expresaban un profundo dolor...
Ella sin dudarlo buscó sus labios y lo besó con tanta devoción, con tanto deseo de sacarlo de ese trance de tristeza... y él contestó su beso...entregándose totalmente a su boca, una entrega mutua.
Unos segundos después él la miró a los ojos y le dijo suavemente... - Gracias Sofía, eres lo único que necesito.
Para después fundirse en un abrazo cuyo único símil eran dos almas uniéndose una con la otra...

 
 
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